Las cocinas fantasmas o dark kitchen, es decir, instalaciones con varios módulos de cocina destinadas a dar servicio a domicilio mediante repartidores y sin sala propia para servir comida, están en auge, como también las polémicas que éstas están generando, en especial entre las comunidades de vecinos: “Se ha detectado el incremento de este servicio y ello ha llevado a que vecinos que tenían este tipo de locales en su edificio tengan molestias por un gran crecimiento de la actividad”, ha explicado Arantxa Goenaga, socia-abogada de nuestro bufete y especializada en Derecho Inmobiliario.
Y es que la proliferación de estos locales está comportando las quejas de los vecinos por el ruido, el tráfico en la zona de carga y descarga de productos para abastecer las cocinas, los olores y el ajetreo de los repartidores para recoger pedidos. Pero el punto más crítico, según apuntan los expertos, es la necesidad de disponer de una chimenea directa al exterior que pase por las instalaciones y conductos de los edificios, lo cual requiere un acuerdo unánime de las comunidades de propietarios. Aunque, si no existe limitación en los estatutos de la comunidad y se contara con la licencia de actividad correspondiente, este tipo de actividad podría llevarse a cabo, limitando su uso solo por motivos de ruidos y olores.
La existencia de este tipo de locales se está extendiendo por las grandes ciudades, a la par que el servicio a domicilio, y ciudades como Barcelona ya han decidido ponerle freno. En este sentido, el Ayuntamiento de la ciudad condal aprobó recientemente la suspensión de licencias para evitar el aumento descontrolado de esta actividad, a la vez que está trabajando en un plan de choque para controlar el cumplimiento de la regulación vigente por este tipo de negocios.
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